Hermès, la máxima expresión del lujo y la elegancia suprema

La historia de Hermès es la de una de las más grandes firmas de moda de todos los tiempos. Su nombre se vincula ineludiblemente con el lujo, a pesar de que en sus inicios comenzó como una empresa dedicada a la fabricación de aperos de caballo. Su fundador, Thierry Hermès, llegó a París en 1837, una época en la que el caballo y las calesas eran el medio de transporte más importante en las ciudades. En París había más de 80.000 coches de caballos y las familias más adineradas tenían varios. Los arreos, que eran las piezas que unían al caballo y al carruaje, eran muy importantes porque eran un signo de distinción y, además, debían garantizar la seguridad del animal y, sobre todo, de los ocupantes de coche. Hermès se ganó una fama enorme como guarnicionero, nombre que se le daba a los que se dedicaban al oficio de fabricar los arreos y otras piezas de cuero.

 

Thierry Hermès se mantuvo al frente del taller durante muchos años y en su recta final dejó el negocio en manos de su hijo Charles-Émile. En 1867, durante la Exposición Universal de París, un diseño de Hermès recibió un premio importante, lo que le permitió iniciar una fructífera colaboración con la firma Mühlbacher, dedicada a la fabricación de carrozas de lujo. Otro paso importante fue el traslado del taller en 1878 a una zona próxima al Elíseo, donde Napoleón III había instalado a la corte imperial y, con ella, las familias más ricas.

 

¿Cuándo se convirtió Hermès en una firma de moda? A finales del siglo XIX el taller confeccionó el primer bolso con asas. No se sabe si fue por encargo de un particular o por idea de Charles-Émile o de su hijo Adolphe, pero el caso es que aquel bolso alto con correa fue el paso previo al bolso para jinete que ideó el otro hijo, Émile-Maurice. Se trataba de un bolso grande para dar cabida a silla, bridas y bocados, pero al mismo tiempo ligero para viajar con él. Varios viajes a Rusia sirvieron para que Hermès se convirtiera en proveedor oficial de las caballerizas del Zar.

 

Los dos hermanos se pudieron al frente del negocio con la llegada del siglo XX. Émile se encargó de recorrer el mundo buscando nuevos clientes y nuevas ideas. En Canadá encontró una que permitió ampliar el negocio: la cremallera. Hermès compró la patente para Francia de aquel cierre con deslizador que permitió fabricar el primer bolso para automóvil.

En 1925, cuando Émile ya ha comprado a su hermano su parte del negocio, empieza la fabricación de las primeras prendas de vestir: una casaca de golf con botones y tres bolsillos realizada en ante. Dos años después llegaría la primera joya: una pulsera realizada en cuero y plata, la pulsera 'Filet de Selle', y en 1928 el primer reloj, el modelo de bolsillo Ermeto desarrollado a petición de los clientes de la firma. Era un reloj hermético protegido por una funda de cuero que se deslizaba y ocultaba la esfera. Ese mismo año Hermès creó un original reloj incrustado en la hebilla delc inturón, ideal para la práctica de deportes como el golf. Con el desarrollo del automóvil Hermès creó también numerosas piezas de equipaje: maletín asiento, bar-biblioteca transportable, neceser... El siguiente paso fue la creación de muebles y en los años treinta el objeto icono de la firma: los pañuelos de seda.

 

Coincidiendo con la celebración de su centenario, Hermès lanza un pañuelo estampado de seda, cuadrado , es decir, 'carré'. En aquella época también surge el brazalete 'Chaîne d'ancre', cuyo diseño se traslada a numerosas creaciones de la firma, la presentación de los objetos en cajas naranjas, las cintas bolduc para atar las cajas y más tarde la agenda de bolsillo con tapas de cuero, las corbatas de surah estampadas con motivos de herraduras -después llegarían las de cuero y las de seda-, el primer perfume llamado Eau d'Hermès...

 

En la década de los cincuenta, dejada atrás ya la Segunda Guerra Mundial, París se reafirma como cuna de la moda y Hermès, lógicamente, es una de las enseñas de la moda parisina. Son muchos las creaciones de Hermès que en esta época se convierten en icono: el bolso Kelly, que existía mucho amtes pero que se puso de moda y recibió ese nombre cuando la Princesa Grace de Mónaco encargó seis en distintos colores.

 

En los años setenta la firma pasó serios problemas, probablemente por su empeño en el uso de materiales naturales. Otros competidores le comen el terreno hasta que en 1978 Jean-Louis Dumas-Hermès se pone al frente de la empresa y después de una profunda reestructuración contrata a los diseñadores Eric Bergére y Bernard Sanz y la firma empieza a flirtear con una clientela más joven con creaciones como cazadoras de cuero de pitón para moteros o pantalones jeans realizados en piel de avestruz.

 

En la actualidad, Hermès puede presumir de ser una de las pocas firmas de gran lujo que no pertenece a ninguno de los grandes grupos que controlan prácticamente todas las marcas de renombre en este sector. Los productos de Hermès son, probablemente, los más caros. Los bolsos Kelly pueden valer 5.000 euros y realiza otros objetos por encargo a precios muy altos. La exclusividad y la calidad de los materiales empleados son máximos y los diseños están a la vanguardia de la moda. Algunos diseñadores que han trabajado para Hermès en los últimos años han sido Gaultier o Margiela, lo que confirma que no es una marca conservadora o tradicional como podría parecer. En la actualidad al frente del departamento creativo se encuentra Christophe Lemaire.

 

Los descendientes de Thierry Hermès controlan el 72% de las acciones de la firma, ocupan los puestos claves y han cerrado un acuerdo para impedir que la mayoría de las acciones caigan en manos de algún grupo, especialmente en las de LVMH. Todas sus creaciones se venden en alguna de sus 350 tiendas propias o a través de internet.

 

 

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